Es un tornillo de titanio (o material biocompatible) que se coloca en el hueso para reemplazar la raíz de un diente perdido, sobre el cual se coloca una corona.

No durante el procedimiento, ya que se usa anestesia local. Después puede haber molestias leves, similares a una extracción, controlables con analgésicos.

Con buen cuidado, puede durar 15–25 años o incluso toda la vida. Su éxito depende de la higiene, salud general y controles regulares.

No. Se necesita tener buena salud oral, suficiente hueso y no tener enfermedades descontroladas (como diabetes o problemas de coagulación). El dentista evaluará cada caso.

Puede tardar entre 3 y 6 meses, incluyendo la integración del implante con el hueso (osteointegración) antes de colocar la corona definitiva.

El implante no afecta los dientes vecinos y es más duradero. El puente requiere desgastar los dientes adyacentes para sostenerlo.

Cepillado y uso de hilo dental diariamente, limpieza profesional periódica y evitar hábitos como fumar, que reducen el éxito del implante.

Se puede realizar un injerto óseo o una elevación del seno maxilar, según el caso, para crear la base adecuada para el implante.

Tiene un costo más elevado que otras opciones, pero su durabilidad y estética suelen justificar la inversión a largo plazo. Los precios varían según el país y el caso.

No es un “rechazo” como en órganos, pero puede haber fallos en la integración por infecciones, mala higiene o enfermedades. La tasa de éxito es superior al 95%.